8/9/07

EL KYBALION - PARTE VI (FINAL)


Capítulo XII

CAUSACIÓN

“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa, todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley".
EL KYBALIÓN

El Sexto Gran Principio Hermético —el Principio de Causa y Efecto— encierra la verdad de que nada sucede casualmente; que la casualidad es sólo un término que indica la existencia de una causa no reconocida o percibida; que el fenómeno es continuo, sin soluciones de continuidad.
El Principio de Causa y Efecto está tras todo pensamiento científico, antiguo o moderno, y fue enunciado por los Instructores Herméticos de los tiempos primitivos. Y si bien han surgido muchas discusiones y disputas entre las varias escuelas de pensamiento, esas disputas han versado especialmente sobre los detalles de la operación del citado principio, y también sobre el significado de determinadas palabras. El inmanente principio de Causa y Efecto ha sido aceptado como correcto por todos los pensadores del mundo que merecen realmente tal calificativo. Pensar de otra manera sería sacar el fenómeno del universo del dominio de la ley y del orden, relegándolo a ese algo imaginario al que el hombre ha dado el nombre de casualidad.
Un poco de meditación evidenciará que no existe absolutamente tal casualidad. Webster define la palabra casualidad diciendo que: "Es un supuesto agente o modo de actividad diferente de una fuerza, ley o propósito; la operación o actividad de dicho agente; el efecto supuesto de tal agente; un suceso, una cosa fortuita, una casualidad, etc.". Pero un poco de meditación demostrará que no puede existir dicho agente casual, en el sentido de algo extemo y fuera de la ley, algo aparte de la causa y del efecto. ¿Cómo podría existir algo actuando en el universo fenomenal, independiente de las leyes, del orden y de la continuidad del último? Tal agente sería algo completamente independiente del tren coordinado del universo y, por consiguiente, sería superior a él. No podemos imaginar nada fuera del TODO, más allá de la ley, y esto porque el TODO es precisamente la Ley en sí mismo. No hay sitio en el universo para nada externo o independiente de la ley. La existencia de algo semejante convertiría a todas las leyes naturales en inefectivas, y sumergiría al universo todo en el desorden más caótico.

Un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos casualidad es meramente una expresión concerniente a causas oscuras, causas que no podemos percibir, causas que no podemos comprender. La palabra causa se deriva de una frase que significa "echar los dados", siendo la idea encerrada que la caída es meramente una ocurrencia, sin relación con causa alguna. Y en este sentido suele emplearse la palabra en cuestión. Pero cuando se examina el asunto detalladamente se verá que no hay tal casualidad absolutamente en la caída de un dado. Cada vez que cae el dado mostrando cierto número, obedece a una ley tan infalible como la que gobierna la revolución de los planetas en torno del Sol. Tras la caída del dado existen causas, o cadenas de causas, eslabonadas en ininterrumpida sucesión, hasta donde la mente no puede alcanzar. La posición del dado en el tapete, la suma de energía muscular empleada al arrojarlo, el estado de la mesa, etc., son otras tantas causas cuyo efecto puede verse. Pero, tras estas, hay encadenamiento de causas invisibles precedentes, todas las cuales obran sobre el número que el dado debe mostrar en su cara superior.

Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los puntos marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de dos, etc. Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz. Pero si se arroja un número de veces suficiente, las caras y las cruces se igualarán. Todo cae bajo la operación de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos examinar todo el eslabonamiento de causas veríamos claramente que era sencillamente imposible que el dado cayera en otra forma que en la que cayó, bajo las mismas circunstancias y al mismo tiempo. Siendo las mismas causas, se produce siempre el mismo resultado. Toda ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada ocurre sin causa, o, mejor dicho, sin una cadena de causas.
Al considerar este principio, muchos se quedan confusos, porque no pueden explicar cómo una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la primera creadora de la segunda. En realidad, ninguna cosa puede producir o crear otra. La causa y el efecto residen meramente en los sucesos. Un suceso o acontecimiento es lo que viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de un acontecimiento o evento anterior. Ningún acontecimiento crea otro, sino que no es nada más que el eslabón precedente en la gran cadena coordenada de sucesos que fluyen de la energía creadora del TODO. Hay una continuidad de solución entre todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y subsecuentes. Existe siempre una relación entre todo lo que ha pasado y todo lo que sigue. Una piedra se desprende de la montaña y se aplasta contra el tejado de una granja situada en el valle vecino. A primera vista parece obra de la casualidad; pero si se examina la materia se encontrará una gran cadena de causas tras ese acontecimiento. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra que sostenía a la piedra, permitiéndole así caer; antes de esa causa estaba la influencia precedente del Sol y de otras lluvias, las que gradualmente fueron desintegrando la piedra de la roca; antes aún, estaban las causas que contribuyeron o produjeron la formación de la montana y su elevación sucesiva por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad infinitum Además podemos revisar las causas de la lluvia, podemos considerar la existencia del tejado. En una palabra, pronto nos encontraríamos envueltos en un laberinto de causas y efectos del que pronto tendríamos que luchar para escapamos.

Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al cabo de cuarenta generaciones se calcula el número de antecesores en muchos millones, así también sucede con el número de causas que subyacen tras el suceso o fenómeno más ínfimo, tal como el paso de un liviano trocito de carbón llevado por el viento. No es nada fácil seguir la pista de esa partícula de hollín hasta los primitivos períodos de la historia del mundo, cuando formaba parte de un macizo tronco que más tarde se convirtió en carbón, y así sucesivamente, hasta el momento en que pasaba volando ante nosotros en busca de otras muchas aventuras. Y una poderosísima cadena de acontecimientos, de causas y efectos, la llevó hasta su actual condición, y este no es más que uno de los tantos sucesos de la cadena, y que seguirán produciendo más y más eventos durante centenares y centenares de años a contar desde ahora. Una de las series de acontecimientos originados por esa partícula de hollín flotante ha sido el escribir estas líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a realizar cierto trabajo; esto despertará en vuestras mentes ciertos pensamientos, así como en las de los demás, los que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente, hasta donde la mente no puede alcanzar, y todo por el simplísimo vuelito de una partícula de hollín, lo cual muestra la relatividad y asociación de las cosas y la deducción consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente que todo lo creó.

Meditemos un momento. Si cierto hombre no hubiera encontrado a cierta mujer en la oscura Edad de Piedra, vosotros, que estáis leyendo estas líneas, no estaríais ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja no se hubiera encontrado, los que escribimos estas líneas tampoco estaríamos aquí. Y el mismo hecho de que nosotros, por nuestra parte, escribamos, y de que vosotros leáis, afectará no solamente nuestras propias vidas, sino que también tendrá un efecto directo o indirecto sobre muchas otras personas que viven actualmente o que vivirán en las edades por venir. Todo pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado tiene sus resultados directos e indirectos que se eslabonan coordinadamente en la gran cadena de Causas y Efectos.
No deseamos entrar a discutir, en esta obra, sobre el libre albedrío y el determinismo, por múltiples razones. Entre otras muchas, la principal es que ningún lado del asunto es completamente exacto, siendo en realidad ambos parcialmente verdad, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El Principio de Polaridad demuestra que ambos aspectos son semiverdades: los opuestos polos de la Verdad. La verdad es que el hombre puede ser a la vez libre y limitado por la necesidad, dependiendo todo del significado de los términos y de la altura de verdad desde la cual se examine el asunto. Los antiguos escritores expresaban el punto diciendo que: "Cuanto más lejana está la creación del Centro, tanto más limitada está. Cuanto más próxima está del Centro, tanto más libre está".

Los hombres en su mayoría, son más o menos esclavos de la herencia, del medio ambiente, etc., y manifiestan muy poco libre albedrío. Se ven arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así como también por sus emociones, sentimientos y modalidades. No manifiestan el menor dominio de sí mismos que merezca ese nombre. Y con indignación rechazan esa afirmación diciendo: "Yo puedo obrar ciertamente con plena libertad y hacer lo que se me dé la gana; hago precisamente lo que quiero hacer". Pero no pueden explicar por qué o de dónde viene el "necesito" y "me gusta". ¿Qué es lo que les hace "querer" una cosa con preferencia a otra? ¿Qué es lo que les hace "gustar" una cosa y no otra? ¿No hay ninguna "razón" para sus "gustos" y "necesidades"? El maestro puede transformar los "agrados" y "necesidades" en otros en el extremo opuesto de su polo mental. Puede y tiene la capacidad de "querer querer" en vez de querer porque algún sentimiento, modalidad, emoción o sugestión del medio ambiente despierte en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa.

La mayoría de los hombres es arrastrada como si fuera una piedra, obedeciendo al medio ambiente, a las influencias externas y a las modalidades, deseos y emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y voluntades de los demás que son más fuertes. La herencia, el medio ambiente y las sugestiones los arrastran sin la menor resistencia por su parte, sin que ejerciten en modo alguno su voluntad. Movidos como las fichas en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñan su parte y se quedan a un lado después del juego. Pero los Maestros, que conocen las reglas del juego, se elevan por encima del plano de la vida material, y colocándose en contacto con los poderes superiores de sus naturalezas dominan sus propias modalidades, caracteres, cualidades y polaridades, así como el medio ambiente que los rodee, haciéndose en esta forma directores del juego en vez de meras fichas: Causas en vez de Efectos. Los Maestros no se libran de la causación en los planos superiores, sino que están bajo el contralor de esas más elevadas leyes, y haciendo uso de estas se vuelven dueños de las circunstancias en los planos inferiores. De esta manera forman una parte consciente de la Ley, en vez de ser sus ciegos instrumentos. Mientras obedecen y sirven en los Planos Superiores, dominan y son dueños del plano material.
Pero, tanto arriba como abajo, la Ley está siempre en operación. No existe tal casualidad o azar. La ciega diosa ha sido abolida por la razón. Ahora podemos ver, con ojos iluminados por el conocimiento, que todo está gobernado por la Ley Universal y que el infinito número de leyes no es más que manifestaciones de la Única Gran Ley: la LEY que es el TODO. Es, pues, muy cierto que ni siquiera un gorrión deja de estar presente en la Mente del TODO, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, según dicen las escrituras. Nada hay fuera de la Ley; nada ocurre en contra de ella. Pero, a pesar de ello, no se vaya a caer en el error de que el hombre es un autómata ciego, al contrario. La doctrina hermética dice que el hombre puede emplear la Ley contra las leyes, que lo superior siempre prevalecerá contra lo inferior, hasta que el hombre haya alcanzado aquel estado en el que buscará refugio en la LEY misma y podrá evadirse de todas las leyes fenomenales. ¿Se puede comprender el significado íntimo, interno, de esto?

Capítulo XIII

GÉNERO

"El Género está en todo, todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planes".
EL KYBALION

El Séptimo Gran Principio Hermético —Principio de Género— encierra la verdad de que el género se manifiesta en todas las cosas, de que los principios masculino y femenino están siempre presentes y en plena actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida. En este punto es bueno llamar la atención sobre el hecho de que el Género, en su sentido hermético, y el sexo, en la acepción ordinariamente aceptada del término, no son lo mismo.
La palabra "género" deriva de la raíz latina que significa "concebir, procrear, generar, crear, producir". Un momento de consideración sobre el asunto demostrará que esa palabra tiene un significado mucho más amplio y general que el término "sexo", pues este se refiere a las distinciones físicas entre los seres machos y hembras. El sexo no es más que una mera manifestación del Género en cierto plano del Gran Plano Físico: el de la vida orgánica. Es necesario que esta distinción se imprima en la mente, porque ciertos escritores que han adquirido algunas nociones de filosofía hermética han tratado de identificar este séptimo principio con estúpidas y a veces reprensibles teorías y enseñanzas concernientes al sexo.

El oficio del género es solamente el de crear, producir, generar, etc... y sus manifestaciones son visibles en todos los planos fenomenales. Es un tanto difícil aportar pruebas de esto siguiendo las líneas científicas, porque la ciencia no ha reconocido todavía a este principio como de aplicación universal. Pero, así y todo, van produciéndose algunas pruebas provenientes de fuentes científicas. En primer lagar, encontramos una manifestación distinta del Principio de Género entre los corpúsculos, iones o electrones, que constituyen las bases de la materia como la ciencia lo reconoce actualmente, y que, al constituir determinadas combinaciones, forman el átomo, que anteriormente se consideraba como el punto final e indivisible.
La última palabra de la ciencia es que el átomo está compuesto por una multitud de corpúsculos, electrones o iones (diversos nombres de la misma cosa), que giran unos en torno de otros y vibran con un elevado grado de intensidad. Pero se postula además que la formación del átomo se debe realmente a que los corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno positivo. Los corpúsculos positivos parecen ejercer cierta influencia -sobre los negativos, impulsando a estos a constituir ciertas combinaciones que dan como resultado la "creación" o "generación" de un átomo. Y esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas enseñanzas herméticas, que han identificado siempre al principio masculino del género con lo "positivo" y al femenino con lo "negativo" como en la electricidad, por ejemplo.
Puédese agregar ahora que la mente pública se ha formulado una impresión completamente errónea sobre las cualidades del llamado "polo negativo" de la materia electrizada o magnetizada. Los términos positivo y negativo han sido pésimamente aplicados a este fenómeno.

La palabra "positivo" significa algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del "negativo". Pero nada está más lejos de los hechos reales de los fenómenos eléctricos. El polo negativo de la batería es realmente el polo en y por el cual se manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas. Nada hay de "negativo" en él. Los hombres de ciencia de mayor autoridad están empleando actualmente la palabra "cátodo" en vez de "negativo", derivando cátodo de una raíz griega que significa "desciende, el recorrido o camino de la generación", etc. Del cátodo emerge el torbellino de electrones o corpúsculos; del mismo polo surgen esos maravillosos "rayos" que han revolucionado las concepciones científicas durante la pasada década. El polo catódico es la madre de todos los extraños fenómenos que han convertido en inútiles a los antiguos libros de texto y que han hecho que teorías mucho tiempo aceptadas hayan sido relegadas al montón de los desechos de las especulaciones científicas. El cátodo, o polo negativo, es el Principio Madre de los Fenómenos Eléctricos y de las más sutiles formas de materia que la ciencia conoce actualmente. De manera, pues, que existen poderosas razones que impulsan a rechazar el término "negativo", insistiendo en sustituirlo por la palabra "femenino", en vez del término antiguo. Los hechos nos conducen a esto, sin tener en cuenta para nada la doctrina hermética, y, por consiguiente, emplearemos la palabra "femenino" en vez de "negativo" al hablar de dicho polo de actividad.

Las últimas enseñanzas científicas dicen que los corpúsculos o electrones creadores son femeninos. (La ciencia dice que "están compuestos por electricidad negativa", y nosotros decimos que están compuestos por energía femenina). Un corpúsculo femenino se destaca, o mejor dicho, deja a un corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera. Activamente busca una unión con un corpúsculo masculino, animado por el impulso natural, a crear nuevas formas de materia o energía. Cierto autor va aun más lejos y dice que "en seguida busca, por su propia voluntad, una unión"... Este desprendimiento y unificamiento forma la base de la mayor parte de las actividades en el mundo químico. Cuando un corpúsculo femenino se une a otro masculino, empieza determinado proceso. Las partículas femeninas vibran más intensamente bajo la influencia de la energía masculina y giran rápidamente en torno de esta última. El resultado es el nacimiento de un nuevo átomo. Este nuevo átomo está compuesto realmente por una unión de electrones masculinos y femeninos, pero cuando la unión se efectúa, el átomo es una cosa separada, que posee ciertas propiedades, pero que ya no manifiesta más la propiedad de electricidad en libertad. El proceso del desprendimiento o separación de los electrones femeninos se llama "ionización". Estos electrones o corpúsculos son los obreros más activos en el campo de la Naturaleza. De sus uniones o combinaciones surgen las diversas manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del magnetismo, de la atracción, de la repulsión, de las afinidades químicas y sus contrarios, así como otros fenómenos de índole similar. Y todo surge de la operación del principio de género en el plano de la energía.
El papel del principio masculino parece ser el de dirigir a cierta energía inherente hacia el principio femenino, poniendo así en actividad el proceso creador. El principio femenino es el único que ejecuta siempre el trabajo activo creador en todos los planos, absolutamente. Pero, sin embargo, cada principio es incapaz de energía operadora sin la ayuda del otro. En algunas de las formas de la vida, los dos principios se combinan en un solo organismo. Por esta razón, todo en el mundo orgánico manifiesta ambos géneros: siempre está el principio masculino presente en la forma femenina. Las enseñanzas herméticas comprenden en gran parte la operación de los dos principios del género en la producción y manifestación de las diversas formas de energía, etc., pero no es necesario entrar en detalles sobre este punto, pues no es posible endosarlas momentáneamente con pruebas científicas que aun no existen, debido a que la ciencia no ha progresado todavía suficientemente. Pero el ejemplo expuesto sobre los fenómenos de los electrones o corpúsculos demuestra que la ciencia está en el verdadero camino y también da una idea general sobre los principios subyacentes.

Algunos investigadores científicos han anunciado su creencia de que, en la formación de los cristales, se encuentra algo que corresponde a una especie de actividad sexual, lo que es una prueba más de la dirección de donde sopla actualmente el viento sobre el campo de la ciencia. Y cada año que pasa aportará nuevos hechos que corroborarán la exactitud del Principio Hermético de Género. Se encontrará que el género está en operación constante, manifestándose en todo el campo de la materia inorgánica, así como en el campo de la energía o fuerza. La electricidad se considera actualmente como "algo" en lo que todas las demás formas de energía se mezclan o disuelven. La Teoría Eléctrica del Universo es la última doctrina científica emitida, y está adquiriendo rápidamente gran popularidad y aceptación. Y de esto se deduce que, si hemos podido descubrir en el fenómeno de la electricidad, en la misma raíz o fuente de sus manifestaciones, una evidencia clara e inequívoca de la presencia del género y sus actividades, se puede afirmar sin miedo que la ciencia llegará, por último, a ofrecer pruebas de la existencia, en todos los fenómenos del universo, de ese gran principio hermético: el Principio de Género.
No es necesario perder el tiempo hablando del conocido fenómeno de la "atracción y de la repulsión" de los átomos, de la afinidad química, de los amores y odios de las moléculas, de la atracción o cohesión entre las partículas de la materia. Esos hechos son harto conocidos como para exigir mayores comentarios. Pero ¿se ha pensado alguna vez en que todas esas cosas no son más que manifestaciones del principio de Género? ¿No se ve claramente que el fenómeno es general, trátese de corpúsculos, moléculas o electrones? Y todavía más: ¿no es enteramente razonable y lógica la enseñanza hermética que afirma que la misma ley de la gravitación —esa extraña atracción por la cual todas las partículas y cuerpos en el universo tienden unos hacia otros— no es sino otra manera de manifestarse del Principio del Género, que opera en la dirección de atraer las energías masculinas hacia las femeninas y viceversa? No es posible ofrecer pruebas científicas por el momento, pero si se examinan los fenómenos a la luz de las doctrinas herméticas sobre el asunto, se verá que no existe hipótesis alguna mejor que la actual, que explique los problemas. Sométanse todos los fenómenos físicos a la prueba, y se verá que el Principio del Género se hace evidente.
Pasemos ahora a considerar la operación de este principio en el plano mental. Muchos hechos interesantes están esperando nuestro examen.


Capítulo XIV

GÉNERO MENTAL

Los estudiantes de psicología que han seguido atentamente el tren del pensamiento moderno en lo que respecta a los fenómenos mentales habrán quedado extrañados de la rara insistencia de la idea o concepto de la dualidad mental que se ha manifestado tan fuertemente durante los diez o quince años últimos, y que ha dado origen a gran número de plausibles teorías concernientes a la naturaleza y constitución de esa "doble mente". El difunto Thomson J. Hudson alcanzó gran popularidad en 1893, al enunciar su conocida teoría sobre las "mentes objetiva y subjetiva" que, según sostenía, existían en cada individuo. Otros autores han llamado igualmente la atención con sus teorías referentes a las mentes "consciente y subconsciente", mentes voluntaria e involuntaria, mentes activa y pasiva, etc. Esas teorías podrán diferir según cada autor, pero siempre queda el principio básico que es el de la dualidad mental.

El estudiante de la Filosofía Hermética se siente tentado por la sonrisa cuando lee y oye hablar de esas numerosas teorías nuevas, respecto de la dualidad de la mente, adhiriéndose cada escuela tenazmente a su propia doctrina, proclamando cada una con empeño que ha sido ella la que ha descubierto la verdad. El estudiante que hojee el libro de la historia oculta encontrará en su mismo principio referencias a las antiguas enseñanzas herméticas sobre el principio del género. Y si prosigue su examen, encontrará que esa antigua filosofía conoció el fenómeno de la dualidad mental y la explicó mediante la teoría del género en la mente. Este concepto del género mental puede ser explicado en pocas palabras a los estudiantes que ya se han familiarizado con las teorías modernas que aluden al mismo. El principio masculino de la mente corresponde a la llamada mente objetiva, mente consciente, mente voluntaria o activa, etc., en tanto que el principio femenino corresponde a la llamada mente subjetiva, subconsciente, involuntaria, pasiva, etc. Por supuesto, la enseñanza hermética no concuerda con las muchas teorías modernas concernientes a las dos fases de la mente, ni admite muchos de los hechos proclamados por esas escuelas en apoyo de ese doble aspecto. Si indicamos la base de la concordancia es para facilitar al estudiante la asimilación de los conocimientos adquiridos con anterioridad sobre la Filosofía Hermética. Los estudiantes de Hudson conocerán la proposición que se hace, en el principio del segundo capítulo de su obra The Law of Psychic Phenomena (La Ley de los Fenómenos Psíquicos), que dice: "La jerigonza mística de los filósofos herméticos expresa la misma idea general"... o sea la dualidad de la mente. Si el doctor Hudson se hubiera tomado el trabajo de descifrar algo más "la jerigonza mística" de la Filosofía Hermética hubiera recibido mucha luz sobre el punto de la dualidad de la mente: pero entonces, quizás, su obra más interesante no hubiera sido escrita. Consideremos ahora las enseñanzas herméticas concernientes al género mental.
Los instructores herméticos imparten enseñanzas concernientes a este punto, pidiendo a sus discípulos que se atengan al proceso de su propia conciencia, a su propio yo. El discípulo fija entonces su atención internamente sobre el ego que está en cada uno de nosotros. Cada estudiante ve que su propia conciencia le da como primer resultante de la existencia de su yo: "Yo Soy". Esto, al principió, parece ser la palabra final de la conciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho de que esto "yo soy" puede separarse en dos partes distintas o aspectos que, si bien trabajan al unísono y en conjunción, sin embargo pueden ser separadas en la conciencia.

Si bien al principio parece que sólo existe un único Yo, un examen más cuidadoso revela que existe un "yo" y un "mí". Este par mental difiere en características y naturaleza, y el examen de esta, así como de los fenómenos que surgen de la misma, arrojan gran luz sobre muchos de los problemas de la influencia mental.
Comencemos considerando el "mí", que generalmente se confunde con el "yo", si no se profundiza mucho en los recesos de la conciencia. El hombre piensa de sí mismo (en su aspecto de "mí" o "me") como si estuviera compuesto por ciertos sentimientos, agrados, gustos y disgustos, hábitos, lazos especiales, características, etc., todo lo cual forma su personalidad, o el ser que conoce él mismo y los demás. El hombre sabe que estas emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren, que están sujetos al principio del Ritmo y al de Polaridad, cuyos principios lo llevan de un extremo a otro. También piensa de sí mismo como cierta suma de conocimientos agrupados en su mente, que forman así una parte de él. Este es el "mí" o "me" del hombre.
Pero quizás hemos procedido demasiado aprisa. El "mí" de muchos hombres está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuerpo y de sus apetitos físicos, etc. Y, estando su conciencia limitada en alto grado a su naturaleza corporal, prácticamente "viven allí". Algunos hombres van tan allá en esto que consideran su apariencia personal como una parte de su "mí", y realmente la consideran parte de sí mismos. Un escritor dijo con mucho humorismo en una oportunidad que el hombre se compone de tres partes: "Alma, cuerpo y vestidos". Y esto haría que muchos perdieran su personalidad si se les despojara de sus vestidos. Pero, aun aquellos que no están tan estrechamente esclavizados con la idea de su apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No pueden concebirse sin él. Su mente les parece que es algo "que pertenece" a su cuerpo, lo que, en muchos casos, es realmente cierto.

Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo el poder de desprender a su "mí" de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo que es algo "que pertenece a" su propia parte mental. Pero aun entonces es muy capaz de identificar el "mí" completamente con sus estados mentales, sensaciones, etc., que siente existen dentro de él. E identificará esos estados consigo mismo, en vez de estimarlos como simples "cosas" producidas por su mentalidad, existentes en él, dentro de él y proviniendo de él, pero que, sin embargo, no son él mismo. Puede comprobar también que esos estados cambian mediante un esfuerzo volitivo, y que es capaz de producir una sensación o estado de naturaleza completamente opuesta de la misma manera, y, sin embargo, sigue existiendo siempre el mismo "mí". Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos diversos estados mentales, emociones, sentimientos, hábitos, cualidades, características y otras posesiones personales, considerándolas como una colección de cualidades, curiosidades o valiosas posesiones del "no mí". Esto exige mucha concentración mental y poder de análisis. Pero ese trabajo es posible, y hasta los estudiantes que no están muy adelantados pueden ver, en su imaginación, cómo se realiza el proceso descripto.
Después de realizado ese ejercicio, el discípulo se encontrará en posesión consciente de un "Ser" que puede ser considerado bajo su doble aspecto del "yo" y de "mí". El "mí" se sentirá como algo mental en lo que pueden producirse los pensamientos, ideas, emociones, sentimientos y otros estados mentales. Puede ser considerado como si fuera la "matriz mental", según decían los antiguos, capaz de generar mentalmente. Este "mí" se denuncia a la conciencia, poseyendo poderes de creación y generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es enorme, según puede sentirlo uno mismo. Pero, a pesar de todo, se tiene la conciencia de que debe recibir alguna forma de energía, bien del mismo "yo", inseparable compañero, o bien de algún otro "yo", a fin de que así pueda producir sus creaciones mentales. Esta conciencia aporta consigo una realización de la enorme capacidad de trabajo mental y de poder creador que encierra.

El estudiante encuentra pronto que no es todo lo que hay en su conciencia íntima, pues ve que existe un algo mental que puede "querer" que el "mí" obre de acuerdo con cierta línea creadora y que, sin embargo, permanece aparte, como testigo de esa creación mental. A esta parte de sí mismo se le da el nombre del "yo". Y puede reposar en su conciencia a voluntad. Allí se encuentra, no una conciencia de una capacidad de generar y crear activamente en el sentido del proceso gradual común a las operaciones mentales, sino más bien la conciencia de una capacidad de proyectar una energía del "yo" al "mí": "Querer" que la creación mental comience y proceda. También se experimenta que el "yo" puede permanecer aparte, testigo de las operaciones o creaciones mentales del "mí". Este doble aspecto existe en la mente de toda persona. El "yo" representa al Principio Masculino del género mental, y el "mí" al Principio Femenino. El "yo" representa el aspecto de Ser, el "mí" el aspecto de "devenir". Se notará que el principio de correspondencia opera en este plano lo mismo que en el que se realiza la creación del Universo. Los dos son parecidos, si bien difieren enormemente en grado. "Como arriba es abajo, como abajo es arriba".
Estos aspectos de la mente —los principios masculino y femenino— el "yo" y el "mí" considerados en relación con los fenómenos psíquicos y mentales ya conocidos, dan la clave maestra para dilucidar la operación y manifestación de esas nebulosas regiones de la mente. El principio del género mental aporta la verdad que se encierra en todo el campo de los fenómenos de influencia mental.
La tendencia del principio femenino es siempre la de recibir impresiones, mientras que la tendencia del masculino es a darlas o a expresarlas. El principio femenino tiene un campo de acción mucho más variado que el masculino. El principio femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas, incluso la obra de la imaginación. El masculino se contenta con el acto de "querer" en sus varias fases. Sin embargo, sin la ayuda activa de la voluntad del principio masculino, el femenino puede contentarse con generar imágenes mentales que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de producir creaciones mentales originales.

Las personas que pueden prestar continuada atención a un sujeto emplean activamente ambos principios mentales: el femenino, en el trabajo activo de la generación mental, y el masculino en estimular y dar energía a la porción creadora de la mente. La mayoría apenas hace uso del principio masculino, y se contenta con vivir de acuerdo con los pensamientos e ideas que se filtran en su "mí" y provienen del "yo" de otras mentalidades. Pero no es nuestro propósito detenemos en esta faz del asunto, cosa que puede estudiarse en cualquier tratado bueno de psicología, con la clave ya indicada sobre el género mental.
El estudiante de los fenómenos psíquicos conoce la realidad de los maravillosos fenómenos clasificados como telepatía, influencia mental, sugestión, hipnotismo, etc. Muchos han buscado explicación a estas diversas fases de los fenómenos, siguiendo las teorías de dualidad mental promulgadas por los diferentes instructores. Y, hasta cierto punto, están en lo cierto, porque, realmente existe una manifestación clara y definida de dos fases distintas de actividad mental. Pero si esos estudiantes consideraran esa dualidad a la luz de las enseñanzas herméticas concernientes a la vibración y al género mental, verían que la clave tan buscada la tienen al alcance de la mano.

En los fenómenos telepáticos se ve que la energía vibratoria del principio masculino se proyecta hacia el principio femenino de otra persona, y que esta última absorbe ese pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. En la misma forma obran la sugestión y el hipnotismo. El principio masculino de una persona da la sugestión, dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio hacia el principio femenino de otra, y esta, al aceptarla, la hace suya y piensa en consecuencia. Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se desenvuelve, y a su tiempo es considerada como una verdadera creación mental del individuo, mientras que en realidad no es más que el huevo de un cuco puesto en el nido del gorrión, pues aquel pájaro pone sus huevos en un nido ajeno. El proceso normal es que el principio masculino y el femenino de una persona obren coordinada y armoniosamente, conjuntamente. Pero, por desdicha, el principio masculino del hombre corriente es demasiado inerte y perezoso para obrar y el despliegue de poder volitivo es muy ligero, y, en consecuencia, la mayoría está dirigida por las mentes y voluntades de los demás a quienes se permite querer y pensar por uno mismo. ¿Cuántos pensamientos u obras originales hace el hombre corriente? ¿No es la mayoría de los hombres simple sombra o eco de los que tienen una mente o voluntad más fuerte que la suya? La perturbación proviene de que el hombre corriente descansa casi completamente en su conciencia del "mí" y no comprende que, realmente tiene un "yo". Está polarizado en su principio femenino mental, y su principio masculino, en el que reside la voluntad, está inactivo e inerte.

El hombre fuerte del mundo manifiesta invariablemente el principio masculino de voluntad, y su fuerza depende materialmente de este hecho. Y en vez de vivir en las impresiones que le producen otras mentalidades, domina su propia mente, mediante su voluntad, obteniendo así la clase de imágenes mentales que quiere y dominando así también las mentes ajenas de la misma manera. Contémplese un hombre fuerte y véase cómo se las arregla para implantar sus gérmenes mentales en la mente de las masas, obligándolas así a pensar de acuerdo con sus deseos. Este es el porqué las masas son como rebaños de cameros, que nunca originan una idea propia ni emplean sus propios poderes y actividades mentales.
La manifestación del género mental puede notarse en todas partes diariamente. Las personas magnéticas son las que pueden emplear su principio masculino para imprimir sus ideas sobre los demás. El actor que hace reír o llorar a la concurrencia está haciendo uso de este principio. Igualmente sucede con el orador, político, predicador o cualquier otro que atraiga la atención pública. La influencia peculiar que ejerce un hombre sobre otro es debida a la manifestación del género mental según las líneas vibratorias ya indicadas. En este principio está el secreto del magnetismo personal, de la fascinación, etc., así como también de los fenómenos agrupados bajo el nombre de hipnotismo.

El estudiante que se ha familiarizado con los fenómenos generalmente denominados psíquicos habrá descubierto la importante parte que desempeña en los citados fenómenos esa fuerza que la ciencia llama "sugestión", por cuyo término se indica el proceso o método por el cual se transfiere una idea o se imprime sobre la mente de otro, obligando así a la segunda mentalidad a obrar concordantemente. Una verdadera comprensión de la sugestión es necesaria para comprender inteligentemente los varios fenómenos psíquicos a que la sugestión da origen. Pero aun es más necesario el conocimiento de la vibración y del género mental, porque todo el principio sugestivo depende de estos.
Los escritores sobre la materia de sugestión dicen que la mente "objetiva o voluntaria" es la que hace la impresión mental, o sugestión, sobre la mente "subjetiva o involuntaria". Pero no describen el proceso ni indican alguna analogía mediante la cual sea más fácil comprender la idea. Si se contempla el asunto a la luz de las enseñanzas herméticas, se verá que la energización del principio femenino por la energía vibratoria del masculino está de acuerdo con las leyes universales de la Naturaleza, y el mundo natural ofrece innumerables analogías que facilitan la comprensión del principio. En realidad, la doctrina hermética afirma que la misma creación del universo obedece a dicha ley y que en todas las manifestaciones creadoras sobre los planos espiritual, mental y físico, siempre está en operación el principio de género: la expresión de los principios masculino y femenino. "Como arriba es abajo, como abajo es arriba". Y aun más que esto: cuando se comprende este principio se es capaz de clasificar inteligentemente de inmediato los variados fenómenos psicológicos, en vez de quedarse confuso ante ellos. El principio realmente trabaja en la práctica, porque está basado sobre las leyes universales e Inmutables de la vida.

No entraremos ahora en una dilucidación detallada de los diversos fenómenos concernientes a la influencia mental o a la actividad psíquica. Hay muchos libros, en su mayor parte muy buenos, que se han escrito últimamente sobre el asunto. Los hechos principales señalados en esas obras son exactos, aunque los diversos autores tratan de explicarlos por las diferentes teorías de su propia cosecha. El estudiante puede familiarizarse con estas materias, y utilizando la doctrina del género mental podrá coordinar convenientemente la masa caótica de teorías y enseñanzas en conflicto, y podrá, además, adueñarse completamente del asunto si a ello se sintiera inclinado. El objeto de esta obra no es el de dar una explicación extensa de los fenómenos psíquicos, sino más bien el de indicar sencillamente la clave maestra que abre las muchas puertas que conducen al Templo del Saber, si se desea explorar su interior. Creemos que al examinar las enseñanzas encerradas en "El Kybalión" es fácil encontrar la explicación de muchas dificultades que confunden. De nada sirve entrar en detalles referentes a las muchas características de los fenómenos psíquicos y mentales si al estudiante no le son dados los medios para comprender el asunto que atrae su atención. Con la ayuda de "El Kybalión" se puede entrar en cualquier biblioteca, pues la antigua luz del Egipto iluminará las páginas confusas y los problemas oscuros. Este es el verdadero objeto de esta obra. No venimos a exponer una filosofía nueva, sino a suministrar las bases fundamentales de la antigua enseñanza universal que esclarece todas las doctrinas, y que servirá para conciliar todas las teorías, por diferentes u opuestas que parezcan.

Capítulo XV

AXIOMAS HERMÉTICOS

"La posesión del Conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar metales preciosos: una cosa vana e inútil El Conocimiento, lo mismo que la Fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales".
EL KYBALION

Las enseñanzas herméticas han sido cuidadosamente mantenidas en secreto, en el corazón de sus afortunados poseedores, por las razones ya expuestas, pero nunca se pensó en mantenerlas siempre así. La ley del uso está encerrada en dichas enseñanzas, como puede verse en el párrafo anterior, tomado de "El Kybalión", que lo afirma estrictamente. Si no se emplea y expresa, el conocimiento es una cosa vana que no puede aportar el menor beneficio a su poseedor ni a su raza. Guardémonos de toda avaricia mental, y expresemos en la acción lo que hayamos aprendido. Estúdiense los axiomas y aforismos, pero practíqueselos también.
Damos a continuación algunos de los más importantes axiomas herméticos, tomados de "El Kybalión", con algunos comentarios agregados. Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee, porque nunca serán realmente una posesión propia hasta que se los haya llevado a la práctica.

"Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración".
EL KYBALIÓN

Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante un esfuerzo de la voluntad, fijando la atención deliberadamente sobre el estado deseado. La voluntad es la que dirige a la atención, y esta es la que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad, y se habrá resuelto el problema de dominar las propias modalidades y estados de la mente.

"Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad".
EL KYBALIÓN

Esta es una de las más importantes fórmulas herméticas y está basada sobre verdaderos principios científicos. Ya se indicó que un estado mental y su opuesto eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante la trasmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no deseables, aconsejando a sus discípulos la concentración sobre la opuesta cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y entonces el miedo desaparecerá. Algunos autores han expresado esta idea, ilustrándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay que perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad, sino que es muchísimo mejor abrir las ventanas y dejar entrar la luz, y la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar una cualidad negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa misma cualidad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de negativas en positivas, hasta que finalmente se polarizarán en el polo positivo, en vez de estarlo en el negativo. La inversa es también verdad, porque muchos han encontrado el Dolor por haberse permitido vibrar demasiado constantemente en el polo negativo de las cosas. Cambiando la polaridad pueden dominarse las modalidades y estados mentales, rehaciendo toda la disposición propia y construyendo así el carácter. Mucha parte del dominio que los herméticos avanzados poseen sobre su mentalidad se debe a la inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más importantes aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el axioma hermético, citado anteriormente, que dice:

"La mente, así como los metales y los elementos, pueden transmutarse de grado en grado, de condición, de polo a polo, de vibración en vibración".
EL KYBALION

Dominar la polaridad significa dominar los principios de la transmutación o alquimia mental; porque, salvo que se adquiera el arte de cambiar la propia polaridad, no se podrá afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos ese principio podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio y la práctica necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica del estudiante.

"El Ritmo puede neutralizarse mediante el Arte de la Polarización".
EL KYBALION

Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos sostienen que el Principio del Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como en el Plano Físico, y que la encadenada sucesión de modalidades, sentimientos, emociones y otros estados mentales, son debidos al movimiento oscilante del péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además que la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos a la operación del Ritmo en la conciencia. Como ya hemos explicado, existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y el Maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo mental se manifieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando así a su conciencia de la oscilación contraria. Esta se efectúa polarizándose en el Yo Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y permitir que esta pase por debajo. El hermético avanzado se polariza en el polo positivo de su ser, el YO SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y, rehusando y negando la operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la ley. Esas personas rehusan sencillamente el dejarse arrastrar por la oscilación, y afirmando resueltamente su superioridad permanecen polarizados positivamente. El Maestro, por supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccionamiento porque comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de una ley superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de equilibrio y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a otro por las oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede ser destruido; porque es indestructible. Sólo es posible sobreponerse a una ley equilibrándola con otra, manteniéndose así el equilibrio. Las leyes del equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas.

"Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causación y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior".
EL KYBALION


Comprendiendo la práctica de la polarización, el hermético se eleva al plano superior de causación, equilibrando así las leyes de los planos inferiores. Elevándose sobre el plano de las causas ordinarias se convierte uno, hasta cierto punto, en una causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo dominar los sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se puede rehuir gran parte de las operaciones de la ley de causa y efecto en el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar obedeciendo al ambiente que las rodea, a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes que ellas, a los efectos de las tendencias heredadas o a las sugestiones u otras causas exteriores, no siendo más que simples fichas en el tablero de ajedrez de la vida. Elevándose sobre esas causas, los herméticos avanzados buscan un plano de acción mental superior, y dominando sus propias cualidades, se crean un nuevo carácter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobreponen a su ambiente ordinario, haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos individuos ayudan a la realización del juego de la vida conscientemente, en vez de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades externas. Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por supuesto, aun los seres más elevados están sujetos a este principio según se manifiesta en los planos superiores, pero en los inferiores son señores y no esclavos. Según dice "El Kybalión":

"El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el nadador y el madero, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al Adoptado".
EL KYBALION

Para concluir, recordaremos nuevamente el axioma hermético que dice que "LA VERDADERA TRANSMUTACIÓN HERMÉTICA ES UN ARTE MENTAL".
En dicho axioma, el hermético indica que el ambiente externo se influencia mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental, puede ser solamente dominado mediante la mentalidad. En esta verdad se encontrará la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos poderes mentales que tanto están atrayendo la atención actualmente, en pleno siglo XX. Tras toda la enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones, yace siempre constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo. Si este es mental, en su naturaleza intrínseca, fácilmente se deduce que la transmutación mental debe modificar y transformar las condiciones y los fenómenos del Universo, y que la mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la explicación es por demás clara y sencilla.

"El TODO es mente, el Universo es mental".
EL KYBALION

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