Evoco sentimientos con pequeños gestos, música, olores, días, colores, sensaciones, deja vu’s, etc. El más mínimo presentimiento respecto a mi vida me hace evocar pequeños fragmentos olvidados, o más bien procesados de mi memoria. No se como logra mi mente alcanzar tales estados evocativos a los cuales llamare “dichas tortuosas”, puesto que es agradable saber que atesoro pequeños gestos que amo y ame, pero que a la vez al ser pasado y no presente deseo volver a tener, o alejar de mi mente.
Según maestros, santos, dioses antiguos y paganos y muchos libros de revelaciones, el hombre está aquí, ahora, y no en otro momento ni en otra circunstancia, porque “así debe ser”. El deber ser, a mi manera de ver, es una imposición social y relativa, la cual nos hace transferir preconceptos a la mente que muchas veces nos juegan en contra. Hace poco, viendo un programa “X” me hizo clic cierta idea ya olvidada que muchas veces leí en libros de filosofía, sociología y otros de contenido esotérico y psicológico. El tema es “El Ego”, una especia de barrera espiritual y mental que nos hace pensar que lo correcto es el deber ser y no lo que es en realidad. Lo que es en realidad, muchas veces es imperceptible por nuestros sentidos y es más bien dolorosa ante la mirada del hombre común. Pues bien, mucho antes de la llegada de Jesús, el “Buda” o el “Iluminado”, junto a Lao-Tse unos 100 años atrás aproximadamente, ya nos hablaban desde la realidad primaria o descompuesta, aquella realidad nublada por nuestro ego y que nos hace visualizar como correcto lo que es “conveniente” para aligerar nuestros miedos. Aquella realidad es el cetro de nuestra humildad y es la corona de nuestro conocimiento más primario y divino, el cual reside en nuestros corazones. ¿Qué más cierto que el palpitar y que la fortaleza recorre nuestras venas? ¿Acaso alguien puede negar que aquello que fluye por nuestro cuerpo es “la vid” de la vida? O planteado de otro modo más explicativo, ¿alguien podría decir que existe algo en nuestros cuerpos más esencial y trascendente que nuestra sangre y aquel motor que la empuja? Pues bien, la sangre seremos nosotros y el motor Dios, y viceversa, puesto que todo lo que existe en realidad es Dios.
El ego hace que nuestros corazones pasen a un segundo plano, mientras estos deben esperar y sufrir larga y tardíamente ese presente o regalo que Dios dispuso de forma natural para nosotros, concluyendo en que entre espera y espera nos volvemos viejos, nuestro palpitar se languidece y el motor se gasta y se cansa de tanto aguardar. ¿Acaso Dios también se cansa de nosotros y termina por decepcionase de su creación?
Sócrates (o Platón si lo desean) nos hablaba de una de las pocas realidades absolutas que poseemos en nuestro sentido más humano, y dicha realidad corresponde al hecho de que “Sólo sé que nada sé”. No bastando con tal humildad, tuvieron que pasar muchos siglos para que una continuidad de maestros y seres maravillosos nos demostraran con actos que tales palabras no son una bobería de antaño.
Muchas religiones, cultos, sectas y/o grupos se afanan y apresuran en juzgar y condenar a los seres de esta creación, dotándolos o cargándoles imperfecciones y miedos, muchos de los cuales disfrazan conveniencias “de bajo tierra y rastreras”, por denominarlas de alguna forma despectiva. Hablan del “deber ser perfecto”, del “no ser”, mientras que detrás de tantas prorrogas y limitaciones avanzan grandes máquinas capitalistas y/o socialistas (sólo con fines especulativos y/o político-demográfico) dispuestas a acabar con la espiritualidad y vigorosidad de los seres humanos. Tratan de hacernos pensar que “su Dios”, aquel Dios creado por ellos a su imagen y conveniencia, desea de nosotros constantes sacrificios y postergaciones con el único fin de que tengamos “una vida mejor en el reino de los cielos”. Y no es que con esto desee desvirtuar lo espiritual de tan bella verdad, sino más bien deseo dejar claro que tratan de disfrazar los “deber ser” y los “no hacer” sólo por sus conveniencias sucias, confundiendo a aquellas mentes ya torturadas y presas de la esclavitud de nos impone la vida moral y en sociedad, el peor de nuestros egos.
Este ego que creamos día a día, aquel ego que construimos en base a experiencias, falencias, caídas y desventuras, carencias y también vilezas, transmutan de forma negativa este ego, dejando en claro de que no todo ego es en sí negativo. Imaginémonos pararnos frente a un espejo, el espejo más hermoso que pueda existir, más mágico que cualquier otro espejo de fantasía y cuento. Ahora imaginémonos pararnos frente a este espejo y cuando vemos nuestro reflejo vemos que lo que estamos viendo no es lo que solíamos ver. ¿Confundido?, pues no lo haga. Imagínese que aquel reflejo que esta visualizando no es producto de algún método digital, ni psicotrópico ni infundido por nuestra conciencia (la cual mucho de ciencia tiene hoy en día y poco de espiritualidad le resta). ¿Podría existir tal rareza? ¿Cree ud. que solo en películas sucedería? ¿Y si le dijeran que aquella imagen no es irreal, sino muy por el contrario, lo más real y cercano a lo divino que jamás podrá experimentar? ¿Serían capaces de soportar nuestras mentes perturbadas y nuestros corazones aplazados, tal realidad ineludible?
La respuesta no merece mucha vuelta ni razonamiento, pues es lo más cercano a lo que ahora esta pensando… ¡NO!
Un no rotundo y certero, tan real como lo que acabo de tratar de explicarles. Y ahora viene una de las interrogantes más atractivas que a mi manera de ver podemos y solemos imaginar: ¿Y porqué no? …“El Porqué”…
¿Se ha puesto a pensar que quizás Dios sí quería que ud. fuera así? ¿Sacrilegio? ¿Ya me condenan por tan sólo plantear una duda? Pues bien, partamos aclarando ciertas dudas para tratar de develar el misterio detrás del arcoiris…
1º El ego, palabra cuyo origen deriva del latín y significa “Yo”, dista mucho de lo que en antaño la ocupaban. Quizás erramos en algún momento de nuestra existencia y desvirtuamos el concepto, o quizás desde su comienzo este viene desvirtuado. Remontándonos a nuestro concepto más primario y existencialista del Yo, debiésemos pensar que este Yo es un conjunto de actos, experiencias, hechos, circunstancias, factores, aventuras, riesgos, características y materialidades, etc., nos han formado paso a paso, segundo a segundo y se han desarrollado en potencia para crear lo que vemos en este espejo un tanto sucio y torcido que imaginamos. O quizás, viéndolo desde un punto de vista más religioso, debiese ser Dios mismo…por lo cual Ego = Yo = Dios = Todo. ¿Cuál de estas posturas adoptar? ¿Yo?…yo sólo sé que nada sé…
Claro que tengo mi postura, pero dicha postura es tan válida como la de ud., no me hace ni merecedor del reino de los cielos ni portador de la llama de la sabiduría…es tan sólo mi visión del asunto…mi propio ego puesto en marcha.
Me gustaría pensar que mi ego reside en la mente de Dios, aquel punto de luz que dio vida originalmente al todo y a la nada (porque al afirmar que existe la nada, ésta ya existe, sólo que con reglas desconocidas aún por nuestra mentalidad precaria y animal).
2º Ya que trate de dar a entender el origen y el objetivo del ego, ahora me es menester tratar de limitarlo. Debemos entender el ego no como un valor en si, ni como una finalidad, sino, muy por el contrario, un medio para llegar a la finalidad superior. Y más que un medio, debemos tratarlo como un escollo en el camino del que desea llegar al NIRVANA o CONCIENCIA BÚDICA.
Quizás dichos términos jamás los ha escuchado ni menos sopesado dentro suyo. Sea porque no tiene instrucción en dicho movimiento o tan sólo porque jamás lo ha experimentado en carne propia. Pero para aligerar su carga literaria, dejemos claro que dicha conciencia búdica es aquella conciencia iluminada por “El Todo”, “El Dios único”, “Allah (Alá)”, “JHVH”, “Rá”, “El Cristo”, “Adonai”, “El Elohe”, “El Eyón”, “Elohim”, “El Olam”, “Emanuel”, “Jehová”, “Jah”, “Yo soy el que soy”, “El gran arquitecto”, “Abba”, “La santísima trinidad”, “Mesías”, “Tann”, “Shangdi”, “Shen”, “Zhu”, “Vishnú”, “Shivá”, “Brahman”, “Paramatma”, “Mul Mantra”, “Wahegurú”, “Akal Purakh”, “Hari”, “Atón”, “Deus”, “Xwedé”, etc. Elija el nombre que desee darle, puesto que existen tantos nombres como realidades en esta misma tierra. Somos tantos, tan distintos y tan disconformes, que esto nos hace reflexionar que está mal: ¿nosotros o lo que nos enseñan?
Entrando en la conciencia iluminada desaparecen las limitantes, las diferencias, las multiplicidades de realidades y utopías, desaparecen los conflictos y las moralidades, las dualidades y antagonismos, los falsos dioses y falsos demonios, desaparece el ying y el yang, desaparecemos de nuestra conciencia, de nuestro yo, de nuestro ego y por tanto, del falso concepto de Dios que poseemos. No lo digo yo, lo dicen las escrituras, miles de ellas, miles de revelaciones, miles de años, miles de maestros y santos, lo dicen los corazones día a día, a gritos. Pero no me crea, vívalo… O ¿acaso teme a la realidad? ¿Teme que nada de lo que ud. cree hasta ahora puede ser cierto? Y si no teme ¿porqué no lo intenta si anda en búsquedas? Si confía en Dios, y Dios siempre lo acompañara, incluso si ud. desciende al mismísimo infierno, ¿porqué no animarse a adentrar en su propio interior y dilucidar, aunque sea un poco, del misterio del ser, del yo, del verdadero ego?
¿Temor no es cierto? Pasemos entonces a nuestra tercera variante…
3º El Temor. ¿Se ha preguntado alguna vez que causa que ud. tema cada vez que sienta peligro, no conozca algo o simplemente tenga un trauma? ¿Será el temor a morir, a que peligren nuestros sueños y proyectos lo que nos paraliza?
Quizás dicha interrogación no diste mucho de lo más cercano a la verdad. Pero visto desde un punto analítico, si ud. no sintiera temor, no tendría ego, ya que ambos van de la mano y el uno no puede vivir sin el otro. Por lo mismo Jesucristo jamás oso a poner dudas a la autoridad del Padre, pero temió… ¿no es cierto?
El temor es intrínseco en nosotros. Lo tuvo el único ser humano más divino de nuestra historia contemporánea y no lo vamos a tener nosotros…por lo mismo, el ego es imposible evaporarlo, pero podemos eso si controlarlo. El cuerpo, la mente, los sentimientos y temores, son los cuatro pilares básicos de la supervivencia y la existencia en al menos este planeta (aplicable para cualquier ser viviente de origen animal). Sin ellos no seriamos humanos, simplemente seriamos androides o cuerpos sin vida…lo cual me hace tener forzosamente la inquietud de que si somos a imagen y semejanza de Dios, si tenemos estas debilidades dadas desde el momento mismo de la concepción, y quizás antes, ¿no será que debemos partir primero por controlarlas y luego seguir el camino? ¿Aceptarlas? Pero bien sabemos todos que no podemos aceptar debilidades… ¿no es cierto? O ¿si podemos? ¿Lo podemos aceptar tanto social, moral o personalmente?
¿Aceptarías que fuera un pecador ante tus ojos y los de la sociedad, que no tuviera noción del bien y el mal, que no tuviera los mismos hábitos tuyos, las mismas habilidades cognoscitivas, las mismas amistades, la misma sociabilidad, los mismos deseos o, inclusive, la misma devoción por tu Dios? ¿Podrías amarme de verdad aún no siendo perfecto ante tus ojos, y quizás siendo el ser más despreciable, morboso y asqueroso que pueda pisar esta tierra? ¿Podrías amarme en verdad como te ama Dios a ti?
Tenemos el ejemplo de Jesús, que jamás odio ni al ser más despreciable de esta tierra, ni se apresuro a condenar a nadie sino por voluntad de “El Padre”. Tenemos también las escrituras Brahmánicas, Islamitas, Musulmanas, Tibetanas, Chinas, Mayas, Navaho, tan sólo por nombrar algunas y variadas, en las cuales nos hablan del amor, como primera puerta y única para entrar en el verdadero yo, el Dios que habita en tu cuerpo y que bajo del cielo para poseer tu corazón y vivir en gozo dentro tuyo. Tenemos este hermoso don entregado por el creador, cuya obra no hace más que entrar en una y otra duda del como deben ser y como no deben ser las cosas según la mirada de un Dios, muchas veces inentendible por los mismos lideres de las iglesias. ¿Por algo tenemos un alto porcentaje de deserción religiosa en estos días, no es cierto?
¿Qué está pasándonos? ¿Cuándo sucedió esto? ¿Será que todo tiempo pasado es mejor? La verdad…el pasado no existe, al igual que el futuro…son tan sólo recuerdos y sombras, proyectos sin fundamento de una realidad inexistente. ¿Y el presente? Estamos tan sumidos en nuestros recuerdos y vivencias, en nuestros prospectos de vida, en nuestros querer y deber ser que olvidamos lo más importante, y aquí retomo el tema, olvidamos que vivimos en el presente, que vivimos en nuestros corazones, porque éste es la primera puerta hacia la expansión del ser, la primera señal de la realidad, la intuición más favorable y el camino más recto y justo a seguir, es la divinidad hecha carne y la humildad en particular y general, es el Cristo que habita en tu cuerpo, la premisa y el átomo básico de la sociedad, es la materialización de lo inmaterial, es la realidad de irrealidades, es todo, la dualidad y la unidad, la primacía y lo absoluto, es el devenir de la lenta e imperecedera teoría de que si vives en tu realidad, en tu presente, vives eternamente y no mueres jamás…es todo lo que necesitas, tal como lo decían “The Betles: All you need is love”…
4º Pero vayamos más allá y preguntémonos, permitámonos preguntarnos, cuando se habla del corazón, ¿de que se está hablando? Mil veces me he preguntado que significa esto de “vivir en el corazón” y aun no tengo una respuesta 100% convincente según mi visión de vida…
A grandes rasgos podría hablar de que al hablar de corazón es un llamado a vivir de las emociones que nacen en el instante, aquella ráfaga de emoción que surge súbitamente y nos hace tambalear muchas veces ideas preconcebidas. Las desechamos un millar de veces por el hecho de que pueden ser dañinas para terceros o para uno mismo frente a otros, matando así nuestra ilusión de ser frente a la sociedad, es decir, aniquilación de nuestra imagen social…otra vez el miedo…
¿Cuántas veces no te has guardado las lágrimas de emociones fulminantes por el hecho de que no te vean llorar y te vean fuerte? ¿Por qué? ¿Acaso ser más fuerte es un valor en si? Una vez más dejaste pasar el momento y lo reprimiste en tu corazón…tu corazón lo resiente amig@, lo creas o no…
Al reprimir tus emociones, y tu corazón, te vas a tu segundo hogar por naturaleza, pero primero en la “vida irreal” (entendiéndose por esta lo habitual), te vas a la morada de la razón y la mente, te vas a lo “lógico” y el deber ser por excelencia…es ahí nuestro gran error…reprimimos nuestros corazones, pero el castigo es aun peor…te alienas de la realidad y vives en un mundo de fantasías…jajá…y tú que no creías en fantasías ¿no es así? Pues sépalo amigo, tu vida ES una fantasía, pero calma, que no eres el único en ese camino… ¿El remedio? Ese remedio debes búscalo tu mismo, puesto que yo no lo se y si lo supiera, no te serviría. Para cada quien hay un remedio distinto. Pero si hay técnicas para encontrarlos, aunque no es mi dominio ni el tema de mis memorias…
5º A manera de resumen, trate de vislumbrar el ego, como elemento fundamental en nuestra sociedad; también hable de conciencia búdica; el temor y, finalmente, el corazón y su expansión en el amor. Ocupémonos finalmente de “nosotros”, los seres humanos, ésta raza extraña, pero hermosa, elegida de entre todas las especies del planeta Tierra para elaborar inteligencia extrema y gobernar entre los demás reinos vivientes, y su relación más próxima con el creador.
Nosotros como seres humanos tenemos obligaciones y derechos. Toda carta fundamental asegura eso como premisa básica, sea en el país que sea. Si nos ponemos a pensar que en el orden terrenal tenemos esta premisa básica, ocupando la máxima “como es arriba, es abajo” deberíamos pensar que también tenemos derechos y obligaciones para con Dios, ¿no es así? Pero la pregunta es ¿qué derechos tenemos como seres humanos, y cuales son las obligaciones que tenemos que cumplir?
Deja de lado por un segundo tus preconceptos bíblicos, morales, sociales, culturales y/o familiares…penetra en tu ser, y más allá de cualquier concepto o noción humana, ¿crees poder identificar algún derecho y obligación para con Dios? ¿Algo que solo tú tengas en mente, sin tener que haberlo escuchado antes de algún lugar? A primera vista parece imposible, pero eso es sólo porque nunca jamás en tu existencia te has procurado averiguar esto…y despreocúpate, porque no eres ni serás el único en hacerlo. Entre ellos de seguro estoy yo, claro y como no, solo inicio mi proceso. Tengo errores como tu, caigo fácil presa de mi instinto animal, dejo que mi cuerpo sobrepase mi espiritualidad, peco como tu y tampoco soy factor de cambio social para una conciencia más limpia y pura universal…soy “Humano”…
Humano, del latín “Humanus”, deriva de Hombre, como raza genérica que identifica tanto a varones como a mujeres. Hombre, a su vez, puede definirse como ser animado o racional, es decir, ser viviente. Actos humanos, son aquellos que proceden de la libre voluntad humana, diferenciando el mal del bien (Todos conceptos de la RAE[1]). Por tanto, ¿qué tenemos aquí? ¿Aún no puedes verlo? No hay nada más humano que el bien y el mal. Por lo que dichas nociones no son divinas, “son humanas”. No separen a Dios, puesto que Dios es único, por algo somos monoteístas, porque sólo hay un Dios, y Dios es todo, y el todo es el ser, y el ser está con el. Si estamos en su realidad, y además lo dividimos, nos queda sólo la teoría de Dios, pero no su realidad única y verdadera.
El amor no es ni bueno ni malo en si, “es” simplemente, lo es como tú y como yo. No somos ni fuimos ni seremos buenos ni malos, puesto que Dios nos hizo así. Nos hizo a su imagen y semejanza. Las dualidades sólo habitan en nuestras mentes, y debes recordar que todo lo que el hombre piensa, lo exterioriza, sea que lo haga conciente o no. El verdadero ser está dentro de ti, no en tu mente, no en lo que exteriorizas, sino en lo que en verdad eres. Es ahí donde tu verdadero ego reside y se subyuga a tu lado divino. Es ahí donde debes intentar vivir, en tu regalo…en tu presente.
Dios es el camino, la vida y la salvación…Dios lo es todo…Dios es amor…Dios es la luz y el pensamiento…Dios es el sentimiento… Entonces dime, ¿dónde reside lo bueno y lo malo, si todo es Él, y el todo es con y de Él?
Pero lo vuelvo a decir…no crean en mis palabras, experiméntenlas, vivan su propia verdad. Sólo así podrán hablar con autoridad. Dejen que su corazón hable por uds. y no otra persona, no un concepto, no un libro ni una idea de antaño. Jesús no está en un libro, está vivo y dentro tuyo, más vivo que nunca… ¿dejaras que jamás pueda expresarse a través de uds.?
Se conciente de tu vida, de tu cambio, y ante todo, se conciente de tu REALIDAD…finalmente puede que llegues a ser libre…ser tu…
“Con Amor y Respeto”
“Yo soy otro tu”
[1] http://www.rae.es
RODOLFO FASCHING
2008